Un hombre perdió su hacha. Sospechaba del hijo de su vecino. Al observar su forma de caminar, le parecía que era la propia de un ladrón de hachas; su fisonomía, la de un ladrón de hachas; todos sus movimientos y gestos eran sin excepción los propios de un ladrón de hachas.
Al poco tiempo, el hombre fue a cavar al valle y encontró su hacha. Al día siguiente, cuando volvió a ver al hijo de su vecino, ni uno solo de sus movimientos o gestos le parecieron los de un ladrón de hachas.
Un soberano carente de virtud
El duque Jing de Qi hizo un recorrido por el norte del monte Niu. Al acercarse de regreso a la capital de su estado, rompió a llorar: "¡Ay, tierra mía, qué hermosa eres! Llena de verdor,
brillante de rocío. ¿Por qué la muerte tiene que separarme de esta tierra? ¿Por qué existirá la muerte? ¿A dónde irá mi humilde persona cuando te abandone?".
Kong, el historiador, y Liang Qiu-ju, que iban en su compañía, también se pusieron a llorar y dijeron: "Gracias a nuestro soberano tenemos una sencilla comida hecha de verduras y un poco de
carne, y gracias también a él podemos viajar en un carromato tirado por un jamelgo, y sin embargo no deseamos la muerte. ¡Con cuánta mayor razón debe serle cara la vida a nuestro
soberano!"
Yan zi fue el único que sonrió aparte. El duque se secó las lágrimas, miró a Yan zi y le dijo: "Hemos dado hoy un paseo que ha entristecido a mi humilde persona. Kong y Ju han llorado
conmigo. ¿Por qué tú eres el 'único' que ríe?"
Yan zi le respondió: " Si los grandes hombres (xian ren) no desaparecieran nunca, ahí estarían aún Dai Gong y el duque Huan. Si los hombres valientes nunca desaparecieran, ahí estarían aún
los duques Zhuang y Ling. Si todos los soberanos vivieran hoy, vos malvivirías en el campo, vestido con una capa de bejuco y con un sombrero de paja en la cabeza. Viviendo de tan humilde
manera, ni tiempo tendrías para pensar en la muerte. Además, no hubieseis podido subir al trono. Debido a esa alternancia por la que vivimos aquí para abandonar esta vida, habéis llegado a la
condición de soberano. Vuestras lágrimas lo único que prueban es una falta de virtud (ren), una incomprensión de la naturaleza humana. Y así es como al ver a un soberano carente de virtud y
unos acompañantes que le adulaban siguiéndole la corriente, vuestro vasallo se ha tomado la libertad sonreír para sí."
El duque Jing se sintió avergonzado. Levantó su copa como castigo, y para castigar a sus dos acompañantes les hizo beber dos copas de vino a cada uno.
De la emoción
Un hombre nacido en Yan se había criado en Chu, donde había vivido toda su vida. Viejo ya, emprendió el regreso a su país natal. Al llegar a Jin, otros viajeros que seguían su mismo camino lo engañaron. Indicándole las murallas le dijeron: "Ésas son las murallas de Yan." El hombre de Yan se puso triste. Señalándole un templo consagrado a los espíritus de la tierra (she), le dijeron: "Ése es un templo de los espíritus de la tierra de tu país". El hombre de Yan suspiró profundamente. Le señalaron una casa y le dijeron: "Ahí tienes la morada de tus antepasados". El hombre de Yan se echó entonces a llorar llevado por la emoción. Le indicaron unos montículos y le dijeron: "Ésas son las tumbas de tus antepasados". El hombre de Yan, sin poder contenerse, estalló en sollozos. Entonces sus compañeros de viaje riendo a carcajadas le dijeron: "Te hemos estado engañando todo el tiempo: esto es Jin". El hombre de Yan se sintió avergonzado. Cuando efectivamente llegó a su país natal, al ver sus murallas, sus templos de los espíritus de la tierra, las cabañas y tumbas de los antepasados, la emoción que experimentó fue mucho menos intensa.
Del arte de la magia
Lao Chen zi fue a aprender el arte de la magia (huan) con el maestro Yin Wen(1). Pasaron tres años sin que éste le enseñara nada. Lao Chen zi le preguntó si acaso había cometido alguna falta, y cuando pidió permiso para retirarse, el maestro Yin Wen le saludó y le invitó a entrar en su aposento. Ordenó a los demás que se retiraran y le dijo: "Cuando hace ya tiempo Lao zi marchó hacia el oeste, me resumió su doctrina en estas palabras: 'El qi de los seres vivientes, las formas de los cuerpos, no son más que huan (ilusiones).'(2).
"El comenzar por obra del principio transformador, el transformarse bajo el influjo del yin y en yang, es lo que llamamos nacer, es lo que llamamos morir. Agotado el destino,
llegar al cambio, a la mutación de la forma, es lo que llamamos transformación, es lo que llamamos ilusión. Misteriosa es la habilidad de lo que da forma a los seres materiales, (3) profunda
su eficacia, de ahí que dificilmente pueda agotarse y tener un final. La habilidad de lo corpóreo, en cambio, es manifiesta y su eficacia superficial; por eso surge y desaparece.
Sólo cuando comprendas que ilusión y transformación son lo mismo que vida y muerte, podrás aprender el arte de la magia. Tú y yo somos ilusión. ¿Qué necesidad hay entonces de
aprendizaje?".
Lao Chen zi volvió a su casa y puso en práctica las palabras del maestro Yin Wen. Se concentró en la meditación durante tres meses y llegó a ser capaz de situarse por encima de la vida y de
la muerte, de alterar el curso de las cuatro estaciones, de provocar tormentas en invierno y heladas en verano, de hacer que los animales terrestres volaran y las aves caminaran. A lo largo
de la vida jamás hizo demostración de su poder: por eso pasó desapercibido para los hombres de su tiempo.
Dijo el maestro Lie zi: "El dao de un buen mago permanece oculto; en su quehacer cotidiano es semejante a los demás hombres. La virtud de los 'cinco emperadores' y los méritos de los 'tres
reyes' (4) no se debieron forzosamente a su inteligencia o valor. Puede que procedieran de transformaciones mágicas. ¿Quién puede saberlo?".
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1.Yin Wen no se refiere aquí al filósofo taoísta Yin Wen de la época Zhan Guo, sino a Guan Yin.
2. El ideograma Huan significa tanto ilusión como magia.
3. En algunos textos la expresión zao wu zhe (lo que produce los seres) aparece como zao hua zhe
(lo que produce las transformaciones).
4. Sobre los "cinco emperadores", los "tres reyes" (san wang) son los tres fundadores respectivos de las tres primeras dinastías chinas, es decir: Yu de Xia, Tang de Yin y Wu de Zhou.
Amnesia
Un hombre llamado Hua zi que vivía en Yang li, en Song, cayó en un estado de amnesia a mitad de su vida. Por la tarde olvidaba lo que había tomado por la mañana; a la mañana siguiente olvidaba lo que había dado la tarde anterior. Cuando iba a algún sitio, se le olvidaba caminar; en casa, se le olvidaba sentarse. Si ahora no recordaba lo que acababa de hacer poco antes, al cabo de un rato tampoco iba a recordar lo que ahora estaba pasando. Su familia estaba amargada. Todo fue inútil. Ni los adivinos pudieron descubrir con sus cábalas la causa de la enfermedad, ni liberarle de ella las invocaciones de un brujo, ni dominarla los remedios de un médico.
Un letrado de Lu se ofreció para curarlo. La mujer y los hijos de Hua zi le prometieron la mitad de su hacienda si lo conseguía. El letrado les dijo: "Se trata de un caso que no se puede remediar ni con cábalas, ni con invocaciones, ni recurriendo a las medicinas. Yo lo que hará será intentar modificar su mente, cambiar sus pensamientos. Así, puede que se reestablezca".
Acto seguido dispuso una serie de pruebas. Hizo que lo desnudaran y el reclamó la ropa; lo tuvo sin comer y exigió comida; lo dejó a oscuras y pidió luz. Entonces el letrado dijo satisfecho a los hijos de Hua zi: "Se puede curar la enfermedad. Sin embargo, mi método es algo secreto que no se puede divulgar." Despidió a todos y se quedó a solas con el enfermo durante siete días.
Nadie supo qué hizo éste con el enfermo, mas el hecho fue que una enfermedad acumulada a lo largo de los años desapareció una mañana.
Al recobrar la plena conciencia, Hua zi se puso furioso. Recriminó a su mujer, castigó a sus hijos y, con una lanza en la mano, salió corriendo detrás del letrado. Las gentes de Song lo sujetaron y le preguntaron por qué se comportaba de aquella manera. Hua zi les explicó: "Antes, sumido como estaba en un estado de amnesia, en mi profunda indiferencia ni siquiera sabía si existen o no el cielo y la tierra. Al recobrarme ahora, surgen en mi mente en caótica confusión todos los logros y pérdidas, éxitos y fracasos, penas y alegrías, amores y odios, de los últimos decenios. Y mucho me temo que en el futuro volverán a turbar mi mente nuevos logros y pérdidas, éxitos y fracasos, penas y alegrías, amores y odios. ¿Podré volver al estado que acabo de perder?".
Zi Gong quedó sorprendido al enterarse de esta historia, y se la contó a Confucio. Éste le dijo: "Es algo que tú no puedes comprender." Y dirigiéndose a Yang Hui: "No lo olvides".
La hoja de jade
Un hombre de Song talló en jade, para su soberano, una hoja de moral. Tres años tardó en completar su trabajo. Los bordes y la punta de la hoja, así como su tallo y nervadura, estaban trabajados con tal perfección y minuciosidad que si la hoja se mezclaba entre verdaderas hojas de moral era imposible distinguirla. En adelante, este hombre gracias a su habilidad, vivió a expensas del estado de Song. Cuando el maestro Lie Zi se enteró del caso, dijo: "Si el cielo y la tierra, en su producción de los seres, necesitaran tres años para terminar una hoja, muy escasos serían los seres dotados de hojas. Ésa es la razón por la que el hombre verdadero se basa en el principio transformador del dao y no en la sabiduría y la habilidad".
Transformación
¿Cuántas especies existen? Los seres se engendran unos a otros en sucesión. Cuando adquieren la energía acuosa las ranas, por ejemplo, se convierten en codornices. Al adquirir la energía intermedia entre la tierra y el agua, aparece el musgo. Cuando crecen los montes aparece el llantén. Cuando este obtiene el abono necesario, aparece la planta wu zu. De la raíz de esta planta, nacen larvas de abejorro y de sus hojas, mariposas. Son las mariposas xu. Estas mariposas se metamorfosean en unos gusanos que nacen bajo los fogones y se llaman qu duo. Su aspecto es como si acabaran de mudar de piel. Al cabo de mil días, esos gusanos se transforman en unos pájaros llamados gan yu gu. De la saliva de estos pájaros nacen los insectos si mi. Los si mi se convierten en shi jiu you. El ji you nace del mao rui y éste, a su vez, de la luciérnaga. El hígado de oveja se convierte en fen yang, la sangre del caballo en fuegos fatuos y la sangre humana en fuego del campo. El gavilán se transforma en zhan, el zhan en cuclillo y éste se vuelve a convertir en gavilán. La golondrina se vuelve rana. El topo se transforma en codorniz. El melón podrido se convierte en pez. El cachalote seco se vuelve amaranto. La oveja vieja se transforma en simio. Las bestias de los montes de Chan yuan nacen por autofecundación; las aves de los ríos y pantanos se engendran con la mirada. Los varones de Si no tienen esposas, pero sí tienen sentimientos; las mujeres de Si no tienen esposos, pero se quedan preñadas. De la planta yang xi combinada con un bambú viejo que ya no da retoños, sale el insecto qing ning. Este engendra a la pantera; la pantera engendra al caballo; del caballo nace el hombre. El hombre al final, entra en el movimiento sigiloso de la máquina. Todos los seres salen de la máquina y todos vuelven a entrar en ella.
Salvado por un bandido
En el este vivía un hombre llamado Yuan Jing Mu. En el curso de un viaje, se quedó sin comida a medio camino. Un bandido de Hu fu, de nombre Qiu, lo vió y bajó a socorrerlo. Le dio agua y comida. Yuan Jing Mu, después de tres bocados y tragos, pudo mirar a quien lo ayudaba y le preguntó: "¿Quién sois?" Le respondió: "Soy de Hu fu y me llamo Qiu" Yuan Jijg Mu exclamó: "¡Cómo! ¡Eres un bandido! ¿Por qué me has dado de comer? Mi sentido de la rectitud me impide alimentarme de tu comida." Apoyó ambas manos en el suelo y trató de vomitar, pero no lo consiguió, tan sólo salió de su boca el sonido de las arcadas. Luego se dejó caer por tierra y murió.
El hombre de Hu fu era un bandido, pero su acción de dar comida no era un acto de bandidaje. Considerar la acción de dar de comer como un acto de bandidaje porque procede de un bandido es perder el sentido de la diferencia entre nombre y realidad.
El criador de monos
En Song vivía un criador de monos. Le gustaban los monos y había reunido un gran número de ellos. Podía entender sus deseos, y los monos, por su parte, comprendían a su amo. Reducía la comida de su propia familia para alimentar a los monos; mas sobrevino una época de escasez y se vio obligado a disminuir la comida de los monos. Temiendo que éstos se le rebelaran, quiso emplear con ellos una argucia. Les dijo: "¿Les parece suficiente si les doy tres castañas por la mañana y cuatro por la tarde?" Los monos se levantaron furiosos. Entonces les dijo: "Les daré cuatro por la mañana y tres por la tarde, ¿les parece bastante?" Los monos se tumbaron contentos.
Así es como los seres, unos hábiles y otros inútiles, se engañan unos a otros. Elsheng ren engaña, valiéndose de su inteligencia, a la muchedumbre de tontos, igual que el criador de monos a sus animales. Sin cambiar nada, sabe provocar la cólera primero y luego la alegría.
De las consecuencias de practicar el bien
Yang Zhu dijo: "Quien practica el bien no lo hace con vistas a la fama, pero la fama sigue a sus acciones. Con la fama no espera obtener beneficio alguno, pero los beneficios llegan tras ella. Con los beneficios no espera que le surjan disputas, pero las disputas acaban por alcanzarle. Por eso el hombre superior no dejará de guardarse de hacer el bien".
Acerca de alimentar el principio vital
Yang Ping Zhong pidió a Guan Yi-wu que le hablara sobre el arte del yuang sheng(alimentar el principio vital). Guan Yi-wu le dijo: "Todo se reduce a actuar con espontaneidad, libre de frenos, libre de trabas." Yan Ping Zhong le preguntó: "¿Y cómo se lleva a la práctica?" Yi-wu le respondió: "Deja a tus oídos oír lo que desean, deja que tus ojos vean lo que desean ver; deja a tu nariz oler lo que desea oler, deja que tu voluntad actúe conforme a sus deseos. El oído desea oír la armonía de los sonidos, si ello no le es dado puede decirse que se coarta el oído. El ojo desea contemplar la belleza de los colores, si ello no le es dado puede decirse que se reprime la vista. La nariz desea oler fragancias y perfumes, si ello no le es dado puede decirse que se trabael olfato. La boca desea expresar el ser y el no ser, si no puede decirlo significa reprimir la inteligencia. Lo que hace al cuerpo sentirse a gusto es el disfrute de la belleza y los buenos manjares, si ello se le niega puede decirse que se pone trabas al propio bienestar. Lo que la voluntad desea es libertad y tranquilidad, y si no puede realizarlo es coartar la propia naturaleza. Todas estas trabas son como feroces tiranos. Eliminar a estos feroces tiranos y esperar alegremente la muerte, un día, un mes, un año, diez años, a eso llamo yoyang sheng. Conservar estos feroces tiranos, reprimirse sin deshacerse de ellos, para alcanzar en una gris tristeza una cierta longevidad, sean cien, mil o incluso diez mil años, a eso yo nunca lo llamaría yang sheng."
Guan Yi-wu añadió: "Ahora que os he hablado del arte del yang sheng, ¿qué me podéis decir de los ritos funerarios?" Yan Ping Zhong le contestó: "Son cosa sin importancia, ¿para qué hablar de ellos?" Guan Yin-wu le insistió: "Pues yo quisiera oír algo al respecto." Ping Zhong le dijo entonces: "Una vez muerto, qué más da todo. Pueden incinerarme o arrojarme al agua, pueden sepultarme o dejar mi cuerpo abandonado, pueden arrojarme envuelto en arpillera a una fosa o, vestido en traje de gala, con túnica bordada, encerrarme en un sarcófago. Poco importa lo que pueda suceder." Guan Yi-wu miró a Bao Shu-ya y dijo: "Los dos hemos comprendido cuál es el camino de la vida y de la muerte."
Bu y su perro
El hermano menor de Yang Zhu se llamaba Bu. Un día salió de casa vestido de blanco. Luego se puso a llover y se quitó el traje blanco y se puso uno negro. Así, de negro, volvió a su casa. Su perro no lo reconoció y lo recibió con ladridos. Yang Bu, furioso, quiso pegar al perro. Yang Zhu le dijo: "¡No le pegues! Tú hubieras hecho lo mismo. Si tu perro hubiera salido blanco de casa y regresado negro, ¿acaso no te hubiera extrañado?".
Sombra
El maestro Lie Zi fue discípulo de Hu Qiu Zi Lin. Éste le dijo: "Si sabes mantenerte detrás, se podrá decir que conservas tu persona". Lie Zi le preguntó: "Me gustaría conocer qué es eso de mantenerse detrás.""Mira tu sombra y lo sabrás." Lie Zi se volvió y contempló su sombra. Cuando su cuerpo se inclinaba, la sombra se curvaba, y cuando se tenía erguido, la sombra aparecía recta. "De modo que la inclinación y la rectitud dependen del cuerpo y no de la sombra. Plegarse y estirarse debe hacerse en función de las circunstancias y no del propio yo: a esto se llama mantenerse detrás y encontrarse delante".
El adivino
En el estado de Zheng había un shen wu (adivino genial), venido de Qi, que se llamaba Ji Xian. Preveía la muerte y la vida, la aparición y la desaparición, la felicidad y la desgracia, la
longevidad y la brevedad de las vidas. Predecía las fechas (año, mes, semana y día) de los acontecimientos con la exactitud de un espíritu.
Las gentes de Zheng le evitaban cuando le veían venir. Lie zi fue a verlo y quedó como embriagado por aquel hombre. Regresó y dijo a Hu Qiu zi: "Antes tenía vuestra doctrina (dao) como la más
perfecta, pero ahora he encontrado otra más perfecta aún".
Hu zi le dijo: "Yo te he enseñado del dao la letra, pero no la escencia. ¿Pensabas haber alcanzado el dao? Tus conocimientos son como el huevo de las gallinas sin gallo. Tú te has enfrentado
con el mundo lleno de confianza y porque creías poseer el dao; y eso es lo que ha permitido que ese hombre te conociera a fondo. Tráelo contigo, a ver si puede conocerme a mí."
Al día siguiente Lie zi se presentó ante Hu zi con el adivino. Al salir, este dijo a Lie zi: "¡Ay! Tu maestro está al borde de la muerte. A lo sumo vivirá unos días. He visto en él algo
extraño; he visto 'cenizas húmedas' (cal muerta)".
Lie zi entró, bañado en lágrimas, y se lo contó a Hu zi. Éste le dijo: "Acabo de mostrarme ante él bajo la imagen de la tierra, inmóvil, inerte; sólo ha podido ver en mí una paralización del
mecanismo vital (de ji). Tráele otra vez."
Al día siguiente volvió ante Hu zi con el adivino. Éste dijo a Lie zi al salir: "Ha sido una suerte para tu maestro el encontrarse conmigo; hoy está mejor. Vivirá: la paralización ha
desaparecido."
Lie zi entró a decírselo a Hu zi. Éste le explicó: "Esta vez me he mostrado ante él bajo la imagen del cielo, sin ningún interés por la fama y las riquezas. La energía vital subía desde mis
talones con toda fuidez; sólo ha podido ver la buena disposición de mi mecanismo vital. Tráele una vez más."
Al día siguiente volvió a ver a Hu zi con el adivino, quien dijo al salir: "A tu maestro le faltaba hoy concentración; no he podido examinarle bien. Que trate de concentrarse y volveré a
examinarle." Lie zi entró a comunicárselo a Hu zi. Éste le dijo: Esta vez me he presentado ante él como tai chong (vacío supremo), en el que la ausencia de señales es completa. Sólo ha podido
vislumbrar el equilibrio de mi mecanismo vital (qi ji). Hay abismos formados por aguas removidas por una ballena; abismos por aguas tranquilas; abismos por aguas que fluyen sin cesar; abismos
formados por aguas desbordadas; abismos formados por aguas fértiles; abismos por aguas que discurren oblicuamente; abismos por aguas estancadas; abismos formados por aguas que riegan una zona
pantanosa; abismos formados por aguas grasas. Esas son las nueve clases de abismos. Vuelve otra vez con él.
Al día siguiente se presentó con el adivino. Éste, nada más entrar, se marchó descompuesto. Hu zi le dijo: "Síguele". Lie zi le siguió, pero no logró alcanzarle; volvió a informar a Hu zi:
"Ha desaparecido sin dejar rastros; no he podido alcanzarlo. "
Hu zi le explicó: "Acabo de mostrarme ante él sin haber salido aún de mi orígen (identificado con mi principio); me he presentado en mi vacío, como algo indefinible, de modo que el no podía
saber qué era lo que tenía delante. Me he limitado a imitar a las hierbas que se curvan al viento y al discurrir de las olas. Eso es lo que le ha hecho huir.
Después de esto, Lie zi regresó a su hogar convencido de que aún no había aprendido nada de su maestro. No emprendió nada en tres años; hacía la comida para su mujer y daba de comer a los
cerdos como si fueran personas. Se despreocupó de los asuntos mundanos. Consiguió que la gema esculpida retornara a su original estado bruto; su cuerpo era como un bloque que se yergue
solitario. En medio de la agitación circundante, permanecía impenetrable. Conservó su unidad original hasta el fin de su vida.
Del arte de la inmortalidad
En otro tiempo hubo un hombre que decía poseer el conocimiento del dao de la inmortalidad. El soberano de Yan envió un mensajero para invitarlo. El mensajero no fue demasiado rápido y cuando llegó el hombre había muerto. El soberano, enojado con el mensajero, se disponía a ordenar su ejecución. Por suerte, uno de sus ministros le advirtió "Lo que más preocupa al hombre es la muerte y no hay cosa que más valore que la vida. ¿Cómo iba aquel hombre a poder conseguir la inmortalidad para vos, si él mismo perdió su vida?" Al oír esto, el soberano no ejecutó al mensajero.
Qui zi, otro que deseaba aprender el dao de la inmortalidad, cuando supo la muerte de aquel hombre, se golpeó el pecho lleno de rabia. Fu zi al enterarse le dijo con sorna: "Lo que tú querías
aprender era cómo alcanzar la inmortalidad. Ese hombre ha muerto y tú te lamentas. Eso es no saber lo que querías aprender."
Hu zi dijo: "Lo que dice Fu zi no es cierto. Hay personas que aunque poseen un método no pueden ponerlo en práctica, y tambien hay quien podría ponerlo en práctica, pero carece de él. En Wei
vivía un hombre muy experto en cálculo. A punto de morir comunicó a su hijo el secreto de su técnica. El hijo, aunque recordaba las palabras de su padre, no era capaz de aplicarlas
correctamente. Otra persona le preguntó por aquella técnica y el hijo le descubríó lo que su padre le había dicho. Y este otro, empleando lo que le había referido, puso en práctica aquella
técnica de forma tal que no iba a la zaga del padre. De modo que ¿por qué el fallecido no iba a poder explicar el método de conservar la vida?".
Tang Wen
Gan Ying fue un gran arquero de la antigüedad. No había bestia que no abatiera ni ave que no diera en tierra con sólo tender su arco. Tuvo como discípulo a Fei Wei. Éste aprendió de Gan Ying
e incluso superó en habilidad a su maestro. Ji Chang fue, a su vez, discípulo de Fei Wei.
Fei Wei le dijo: "Primero tienes que aprender a no parpadear; luego podremos hablar de cómo se dispara un arco". Ji Chang volvió a su casa, se tendió debajo del telar de su mujer y fijó los
ojos en la cárcola. Al cabo de dos años no parpadeaba aunque le cayera en los ojos la punta de una aguja. Fue a contárselo a Fei Wei. Éste le dijo: "Aún no; debes aprender a aguzar tu vista y
entonces te enseñaré. Cuando llegues a ver grande lo pequeño y nítidamente lo diminuto, ven a decírmelo."
Chang colgó en la ventana un piojo atado a un pelo de rabo de buey y, cara al sur, fijó en él su mirada. A los diez días comenzó a ver el piojo cada vez más grande. A los tres años veía el
piojo del tamaño de una rueda de carro, y cuando miraba las demás cosas, eran como cerros o montañas. Entonces, empuñando un arco hecho de cuerno de Yan y colocando en él una flecha de bambú
de Jing, disparó sobre el piojo. Sin romper el pelo, la flecha le atravesó justo en el medio. Fue a decírselo a Fei Wei. Éste, saltando y golpeándose el pecho con los puños, le dijo: "¡Ya los
has conseguido!"
Cuando Ji Chang hubo aprendido todo el arte de Wei, consideró que ya sólo le quedaba un único contrincante en el mundo y proyectó dar muerte a Fei Wei. Se encontraron en despoblado y se
dispararon mutuamente sus flechas. Éstas chocaban a medio camino y caían al suelo sin levantar polvo. A Fei Wei se le agotaron las flechas. Ji Chang disparó la última que le quedaba. Fei Wei
la repelió con la punta de un tallo de espino. Entonces ambos se echaron a llorar y, arrojando a un lado sus arcos, se saludaron uno al otro tocando con la frente en tierra. Unidos en
adelante como padre e hijo, sellaron su juramento con un corte en el brazo y se comprometieron a no enseñar su arte a ninguna otra persona.
Tian Rui (El jade celeste)
Dice el Huang di shu: “Al actuar la forma, no surge otra forma, sino una sombra; al actuar el sonido, no surge otro sonido, sino un eco; al actuar el vacío, no surge el vacío, sino el ser.” La forma tiene necesariamente un final. ¿Tienen un final el cielo y la tierra? Igual que nosotros, todo tiene un final. ¿Un final definitivo? No lo sabemos. ¿El dao tiene un final? El dao por su esencia no tiene principio. ¿Dejará de existir? Eldao por su esencia no tiene fin. Lo que tiene vida, retorna a la no-vida; lo que tiene forma retorna al estado sin forma. Pero esa no-vida no es la no vida esencial, ni ese estado sin forma es la no-forma esencial. Lo vivo, por ley, debe necesariamente tener un fin; lo que tiene un fin no puede dejar de tenerlo, al igual que lo que nace no puede dejar de nacer. De modo que caen en gran extravío quienes aspiran a perpetuar su vida e impedir su definitiva extinción.
El espíritu pertenece al cielo (tiene naturaleza celestial); huesos y carne (el cuerpo) pertenecen a la tierra (tienen naturaleza terrenal). Lo que pertenece al cielo es limpio y fluido, lo que pertenece a la tierra, sucio y compacto. Cuando el espíritu abandona la forma (el cuerpo), cada uno regresa a su ser propio. Por eso se los llama gui*. Gui, es decir, retornados, porque han retornado a su verdadera morada (a su origen). Dice el Emperador Amarillo:
El espíritu entra en su morada,
el cuerpo retorna a su raíz.
¿Qué puede ya quedar de mí?
*El ideograma gui (que las traducciones occidentales vierten como “espíritus”, “demonios”, “fantasmas”) designa los espíritus de los difuntos.
Li Ming
En el Huang di su se lee: "El hombre perfecto vive como muerto, se mueve como si estuviera encadenado. No sabe por què està aquì y tampoco por què tendrìa que estar aquì. Ignora por què se mueve y por què no se deberìa mover. Cuando los demàs lo observan no modifica sus sentimientos y su comportamiento; y tampoco los modifica cuando no lo observan. Siempre solitario, se aleja y vuelve: siempre solitario, sale y vuelve a entrar y nadie lo retiene"